El Retrato en Roma.
La gloria de la escultura romana fue, indudablemente, el
retrato.
El retrato romano tiene su origen en el arte etrusco, en el
mundo griego helenístico y en las imágenes mayorum,
máscaras en cera de los muertos que se guardaban en las casas
para rendirles culto y sacarlas en procesiones.
Los materiales más utilizados en el retrato fueron el bronce y el
mármol y las estatuas eran apolícromas, salvo en un primer
momento en que los ojos se coloreaban, práctica que se
abandonó para ser tallados.
También hubo retratos de cuerpo entero, de pie o sedentes (esto fue más frecuente en los
cuerpos femeninos), y retrato ecuestre, del que debió haber varios ejemplos, pero que
sólo nos ha llegado uno importante. Sólo se representaba así al emperador y es
importante por la influencia que tendrá en épocas posteriores.
El retrato más frecuente de la escultura romana es el del emperador, que constituye el modelo para el resto de los retratos
En conclusión, es importante señalar que para los romanos la heroicidad y la hazaña de sus antepasados, el culto a los muertos y del concepto de familia como hemos visto en otras culturas era de suma importancia, ya que tenían que recordar a sus antepasados tal y como eran, para ello tomaban una mascarilla de cera de la cara de los muertos y luego lo pasaban a mármol a lo que posteriormente exhibían en altares en las casas familiares. Otra característica del retrato romano es su realismo.
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